Banco Sabadell ha marcado un nuevo hito estratégico con el anuncio de la venta de su filial británica TSB a Banco Santander. La transacción, sujeta todavía a la aprobación de la junta de accionistas del próximo 6 de agosto, así como a los permisos regulatorios pertinentes, se ha pactado por un importe de aproximadamente 3.400 millones de euros. A partir de esta operación, Sabadell ha comunicado su intención de distribuir un dividendo extraordinario de 2.500 millones de euros entre sus accionistas, lo que supone una remuneración adicional de 0,50 euros por acción.
Este excepcional reparto, que se añadiría a un dividendo regular de unos 1.300 millones de euros ya planificado, incrementaría la remuneración total al accionista a cerca de 3.800 millones en el próximo año. El banco ha aclarado que este pago no depende del resultado de la oferta pública de adquisición que BBVA ha lanzado sobre la entidad catalana.
Posicionamiento frente a BBVA
La administración de Sabadell ha comunicado claramente su posición: después de ser aprobado por la junta, el dividendo especial será irrevocable en cualquier situación, incluso si BBVA logra avanzar con su oferta y obtiene el control de la entidad bancaria. El CEO, César González-Bueno, ha enfatizado que los derechos otorgados a los accionistas no se pueden anular de forma unilateral, incluso si hay un cambio en la titularidad.
Este enfoque no solo refuerza la independencia estratégica del Sabadell, sino que también complica el marco de valoración para BBVA. Al anunciar la venta de TSB y el posterior dividendo, Sabadell eleva su atractivo bursátil y plantea una alternativa clara a sus accionistas, en contraposición con la oferta de canje que propone BBVA.
Una transformación en el campo de juego
La respuesta del mercado ha sido inmediata. Tras conocerse la venta de TSB y la previsión del dividendo extraordinario, las acciones de Sabadell experimentaron un notable repunte. Esto ha ampliado la diferencia entre el valor de mercado de Sabadell y la contraprestación ofrecida por BBVA, lo que podría obligar al banco presidido por Carlos Torres a reconsiderar o mejorar su propuesta si quiere convencer a una mayoría del accionariado.
Aunque Sabadell afirma que su elección no busca afectar la OPA, el impacto real sobre la factibilidad de la operación es evidente. El hecho de que la venta se haya efectuado a un tercero no involucrado en el proceso de OPA, subraya que es una resolución empresarial autónoma, dirigida a aumentar el valor para los accionistas sin influir en su posición frente a la propuesta de BBVA.
La importancia de la junta del 6 de agosto
La asamblea general extraordinaria programada para inicios de agosto resultará clave. En dicha reunión, los accionistas tendrán que aprobar la transacción de venta de TSB. A pesar de que la fecha coincide con las vacaciones, se anticipa una alta participación debido a la importancia de la decisión. La autorización del dividendo dependerá del éxito en la venta, pero Sabadell ya ha expresado su certeza en conseguir el apoyo necesario.
En paralelo, BBVA sigue adelante con su OPA, cuya aprobación por parte del Gobierno ha llegado acompañada de condiciones relevantes. Entre ellas, la obligación de mantener estructuras separadas entre ambas entidades durante al menos tres años. Este requisito añade un nuevo nivel de complejidad a la posible integración y podría influir en la decisión de algunos accionistas a la hora de valorar la conveniencia de aceptar o rechazar la oferta.
Un porvenir todavía indefinido
El escenario actual deja abiertas múltiples posibilidades. Por un lado, si la venta de TSB se consuma, Sabadell se fortalecerá financieramente y sus accionistas recibirán una de las mayores retribuciones de la banca española en los últimos años. Por otro, si BBVA desea mantener viva su OPA, posiblemente deba reconsiderar su planteamiento inicial para hacerlo más competitivo frente a esta nueva realidad.
Con estas acciones, Banco Sabadell consolida su lugar y demuestra que puede marcar su propia dirección, sin importar influencias externas. La decisión última corresponderá a los accionistas, quienes en las próximas semanas deberán decidir entre dos opciones que tendrán consecuencias muy diferentes para el porvenir de la institución.